EL PODER DE LA EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA
Por encima de todo lo que es, de lo que se manifiesta materialmente, de lo que tiene vida, existe un poder que lo anima, un continuo de energía, una corriente de conciencia que lo dota de un movimiento, de una evolución, a veces imperceptible e indetectable, pero siempre imparable, hacia la GRACIA DEL ESPÍRITU. En su habitual LENGUAJE MATEMÁTICO ABSTRACTO, los MAYAS llamaron a este Poder, a esta Energía Evolutiva, EL PODER DEL +1.
Por difícil que a veces sea creerlo y aceptarlo desde estos planos dimensionales densos donde la realidad se oculta tras el pesado velo de la ilusión tridimensional, la evolución hacia el espíritu puro es algo inmanente e inseparable de la propia esencia del Universo, está íntimamente ligada a su propia concepción y constituye, más que una ley, la base del PLAN DIVINO.
Esta dirección evolutiva, esta corriente energética no es un asunto sobre el que los humanos de este planeta y de este fractal de tiempo podamos opinar y discutir. Como al resto de lo que es, sólo nos queda la alternativa de conocerlo y unirnos a dicha corriente nadando a favor, o que nos arrastre a nuestro pesar en un confuso y turbulento movimiento interior y exterior porque, en definitiva, nada hay fuera de la corriente y ésta nunca se detiene.
Para los MAYAS, esta Corriente Energética que anima la vida hacia la Evolución De La Conciencia es generada en el HUNAB KU, EL GRAN SOL CENTRAL, EL CORAZÓN DE LA GALAXIA, de donde toda energía, todo aliento de vida, toda vibración, emana y al que regresa, al modo de la corriente en un circuito eléctrico, en un perpetuo e incansable movimiento de flujo y reflujo, de dar y recibir, de ESPIRACIÓN – INSPIRACIÓN GALÁCTICA.
Los MAYAS llaman a HUNAB KU, nuestro concepto de Dios, el “PRINCIPIO DADOR DE LA MEDIDA Y EL MOVIMIENTO”, adjetivándolo de forma muy diferente a la que se utiliza en la tradición cristiana: redentor, misericordioso, bondadoso, Padre, etc. En la Tradición Espiritual MAYA, dotada de una poderosa y sugerente numerología, al PODER DE HUNAB KU se le denomina el PODER DEL +1.
Así, partamos del número cuatro, el más preclaro representante de la materia manifestada, el número de lados del cuadrado, la figura geométrica más estable, más inamovible, el número que define los límites de la materia -cuatro direcciones del espacio-, de la naturaleza -cuatro vientos, cuatro elementos- y del tiempo -cuatro estaciones-, y que en el Calendario maya representa las cuatro Razas Raíz y el número de días que componen un ciclo armónico o Armónica, el menor ciclo de tiempo en que se reproduce un patrón vibratorio cíclico de la energía de los días. Si al cuatro le sumamos una unidad obtenemos el cinco, el número del movimiento, dando lugar al ciclo Cromático, el ciclo de la evolución, el quinto Castillo del Tzolkin, al que se denomina el Castillo del Encantar, el Castillo de la evolución hacia el Espíritu, los cinco dedos de las manos con las que interaccionamos con el mundo, el pentágono, el poliedro más inestable, presto al giro y al avance.
Analicemos también el número doce, número estable, par y múltiplo perfecto de toda una serie de otros números menores. Doce meses irregulares y arbitrarios tiene el año en el Calendario Gregoriano, dos veces doce horas tiene el reloj, instrumento de conversión del tiempo a espacio, de la cuarta dimensión a la tercera. Si al doce le sumamos una unidad obtenemos el trece, el número por excelencia de la Cuarta Dimensión. Trece Lunas tiene el Calendario planetario y biorrítmico, trece es el número de días de una Onda Encantada, el estándar de medida del tiempo cuatridimensional, el número de vibraciones sutiles diferentes que envía secuencialmente HUNAB KU durante trece días, los Doce Apóstoles más Jesucristo, la presencia del espíritu en medio de la materia.
Pero tal vez el caso más claro de la actuación del PODER DEL +1 se obtenga con el número 64. Este número es el más representativo de la materialización de la vida. 64 es igual a 4 elevado al cubo. 64 es el número de hexagramas del I-Ching, y el número de runas en los principales sistemas rúnicos. El I-Ching y las runas constituyen los códigos de las claves genéticas del ser humano ya que representan el vehículo exterior de los 64 cordones del ADN humano, las 64 combinaciones de aminoácidos que, repetitiva y aleatoriamente forman las moléculas de ADN, principio de la vida genéticamente materializada.
Pues bien, si al número 64 le sumamos una unidad obtenemos el número 65, que constituye el número de Armónicas (ciclo armónico) que contiene un TZOLKIN DE 260 DÍAS, el cual constituye a su vez el compendio o descriptor de las combinaciones de vibraciones (diferentes energías) que cíclicamente recibimos de HUNAB KU, considerándose al TZOLKIN como el verdadero código del acceso al cuerpo de luz de los seres vivos. Así pues, el PODER DEL +1 aplicado al ser humano define y expresa la evolución desde la pura materia densa del ADN a la vibración luminosa del “huevo áurico” en un ejemplo más de los diferentes pasos de la imparable corriente de evolución hacia el espíritu. Y recuerda: “TODO ES NÚMERO. DIOS ES NÚMERO. DIOS ESTÁ EN TODO.”
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