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lunes, 20 de diciembre de 2010

LENGUAJE CORPORAL CAUSA Y EFECTO




Es bien sabido que NUESTRO LENGUAJE NO VERBAL da evidencias, conscientes y subconscientes, sobre nuestros estados anímicos en todo momento. No en vano, sólo el 10% de nuestra comunicación con los demás se ciñe a las palabras propiamente dichas; otro 20% se basa en el volumen, el tono y la forma de decir dichas palabras; y el otro 70% del mensaje se da con nuestro cuerpo, con nuestras posturas y gestos, y por desgracia no aprendemos como interpretar ese Lenguaje.

Nuestro Cuerpo recto o encorvado, la posición de nuestras manos o de nuestras piernas, nuestro tono de voz, y otro muchos aspectos de nuestro Lenguaje Corporal, hace saber a los demás si estamos abiertos hacia ellos, alegres, tristes, enfadados. Parece por tanto claro que nuestro Lenguaje Corporal es un efecto de un estado anímico. Si A, entonces B. Si no me interesa lo que me cuentan, entonces me cruzo de brazos. Si estoy dando una clase y mi audiencia no me motiva, utilizo un tono de voz invariable y monótono.

Pero, aunque esto es cierto, ¿qué ocurriría si hiciéramos el experimento de probar si la relación contraria también se da? ¿Creéis que si provoco B, entonces se producirá A también? ¿Qué ocurrirá si como asistente a una conferencia de un tema que me interesa me reclino en la silla y me cruzo de brazos? ¿Qué sucederá si tengo que dar una clase y me esfuerzo para llevarla a un ritmo constante y sin variaciones en mi voz?

Efectivamente, nuestro cerebro está programado para asociar unas sensaciones o sentimientos con una postura, unos gestos, una tonalidad de voz, etc. Y esa relación es bi-direccional! ¿Habéis comprobado alguna vez qué ocurre si a un niño que está llorando le ponéis vuestra mano bajo su barbilla y le empujáis la cabeza hacia arriba para que dirija su mirada en esa dirección? ¡Deja de llorar! El llanto suele estar asociado a un sentimiento de tristeza, y el hecho de llorar genera en cierta medida una vergüenza, y se trata de ocultar dirigiendo la mirada hacia abajo. Sin embargo, cuando el sentimiento es una seguridad en nosotros mismos (nada más alejado de la vergüenza), solemos mirar alto.

Por tanto, lo que yo le propongo a la gente, como Coach, es que primero identifiquen sus emociones o sus sentimientos. Y, una vez identificados, cuando desee que éstos cambien, el hacerlo está en sus manos. Por supuesto, hay muchas opciones viables para lograr dicho cambio, pero el utilizar el Lenguaje corporal nos puede apoyar en ese cambio: utilicemos la relación bidireccional entre emoción y Lenguaje Corporal a nuestro favor.

Si nos sentimos tristes y queremos cambiarlo, forcémonos a levantar la cabeza, a elevar el tono de voz, a sentarnos rectos en la silla,¡O incluso a cantar! Solemos cantar cuando nos sentimos alegres, y el cerebro asocia dicha actividad con un estado anímico alegre. Normalmente, cuando nos invade un sentimiento de tristeza no nos apetece cantar: y por ellos digo FORCÉMONOS.

Si nos sentimos inseguros y queremos cambiarlo, tomemos una postura “ensanchada”, pongamos un tono de voz algo más grave, ayudémonos con las manos para generar seguridad.


Al principio nos encontraremos perdidos: NUESTRO CEREBRO SE ENFRENTA A UN CAMINO NEURONAL NUEVO (estamos saliendo de nuestra zona cómoda): ¿un sentimiento y una actividad contrapuestos? ¿Cómo puede ser eso?

¿Y qué podemos perder? ¿Qué es lo peor que puede pasar si lo hacemos? ¿Y qué es lo mejor que puede pasar? Un Lenguaje Corporal positivo general emociones y acontecimientos positivos.
 

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