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sábado, 23 de abril de 2011

CEREBRO Y MOVIMIENTO



  
NEUROLOGÍA. En el laboratorio de Richard A. Andersen están buscando la perfecta interfaz que comunique y conecte al cerebro humano con la máquina.

Hay ciertas noticias que no se olvidan. Cuando la física sueca desaceleró los FOTONES DE LA LUZ, la decodificación del genoma o cuando un primate, por primera vez, manipuló, usando nada más que sus pensamientos, el cursor de una computadora o las paletas de un videojuego de tenis. Y no tiene que ver con la TELEQUINESIS, como bien sabemos, estamos hablando de la creación de un INTERFAZ ENTRE LA MÁQUINA Y EL CEREBRO, un aparato que nos ayude a convertir la voluntad en movimiento.

En el laboratorio de Richard A. Andersen, por ejemplo, hace mucho que están buscando la perfecta INTERFAZ QUE COMUNIQUE Y CONECTE AL CEREBRO HUMANO CON LA MÁQUINA

Entre las investigaciones que se llevan a cabo allí, la búsqueda de los mecanismos específicos que EL CEREBRO USA EN EL PLANEAMIENTO, LA ACCIÓN Y LA TOMA DE DECISIONES, ES UNA DE ELLAS. La idea es que una mejor comprensión de cómo funciona nuestro ÓRGANO DE LOS PENSAMIENTOS, permitirá una mejor producción de un aparato que lea y traduzca las señales neuronales y las convierta en movimientos.

Imagine usted lo que significaría eso para la persona paralizada, o para aquel que ha perdido una extremidad y que ahora puede usar una que funcione igual que la anterior: por órdenes directas de la masa blanca y gris que habita en nuestro cráneo.

Para movernos, es requerido, evidentemente, que exista un plan, que se tome una decisión y luego que se actúe. Todo este proceso puede ser reducido a señales neurológicas que los científicos pueden leer e identificar cada vez mejor.

En la investigación actual, el laboratorio se concentró EN UNA PARTE ESPECÍFICA DEL CEREBRO QUE SE ENCARGA PRECISAMENTE DE CONVERTIR ESTÍMULOS SENSORIALES EN PLANES DE MOVIMIENTO. Como cuando tomamos un paso hacia la dirección correcta luego de pensarlo y decidir; esos planes ocurren en la corteza parietal posterior (CPP).

“Hemos visto que nuestras expectativas, sobre si tendremos éxito o no en una tarea y las consecuencias de dicho éxito o fracaso, afectan directamente los niveles de esfuerzo neuronal que son usados en los circuitos de planeamiento y movimiento en la corteza humana. Son los resultados que hemos obtenido luego de un análisis profundo de imágenes de cerebros escaneados”, expresó Andersen, cuya investigación ha sido publicada en el diario científico PLoS Biology.

El ANÁLISIS también incluyó el efecto de la percepción subjetiva de los participantes sobre qué tan diestros eran elaborando las tareas. “La tarea que le dimos a los participantes era compleja y debían resolverla en poco tiempo. De hecho, tenían un segundo para memorizar una secuencia de números, luego les dábamos 15 segundos para que planearan dónde iban a poner cada número y luego 10 segundos más para que completaran la tarea”, explica Igor Kagan, biólogo del laboratorio y otro de los autores de la investigación. “Hicimos que la tarea fuera dura a propósito, yo mismo no pude completarla”.

Mientras los voluntarios intentaban completar la compleja labor, los investigadores observaban sus cerebros en máquinas de resonancia magnética funcional.

EL FACTOR DINERO

La participación en la labor también conllevaba pérdidas o ganancias monetarias. Éstas variaban con cada sesión pero todas estaban ligadas al desempeño del voluntario, es decir, en algunas sesiones si hacían bien la labor podrían ganar cinco dólares y si lo hacían mal perdían uno, pero en otras era al revés. Sin embargo, los voluntarios conocían la cantidad que perderían o ganarían previo a participar en cada nueva sesión.

Otro factor creaba una nueva variable. Antes de recibir sus ganancias o pérdidas, los voluntarios llenaban un cuestionario donde ellos decían cómo pensaban les había ido.

¿No te ha pasado que sales de un examen creyendo que te fue muy bien y luego suspendes la materia? ¿O quizás al revés? Pues bien, los investigadores valoraron que NO SOMOS MUY BUENOS EN NUESTRAS EVALUACIONES SUBJETIVAS YA QUE LOS CUESTIONARIOS NO TENÍAN NINGUNA RELACIÓN CON LOS RESULTADOS DE LAS PRUEBAS. Individuos que pensaron les había ido bien sacaron bajas calificaciones y viceversa.

Lo curioso viene ahora, es para que nos demos cuenta de la importancia que tiene el pensamiento subjetivo en nuestro desempeño. Los investigadores notaron que el patrón de actividad en EL CPP ESTABA VINCULADO A LA PERCEPCIÓN SUBJETIVA QUE TENÍA EL VOLUNTARIO y no a su desempeño real, más aún, también estaba RELACIONADO A LAS PÉRDIDAS O LAS GANANCIAS QUE ESPERABAN OBTENER.

EL VASO MEDIO LLENO O MEDIO VACÍO

Según Andersen, el desempeño de la persona en EL TRABAJO DEPENDÍA DE SU PLANTEAMIENTO PERSONAL. “Los sujetos optimistas, es decir, que pensaban que estaban haciendo un buen trabajo, eran los que más energía ponían en ello y eso se notaba en el aumento intenso de actividad en el CPP al pensar que podrían también obtener una ganancia por hacer un buen trabajo”, explicaba Andersen.

Por el contrario, los voluntarios que pensaban que lo habían hecho mal, los pesimistas, les llama Andersen, yo los llamo realistas, mostraban una actividad mayor en DICHA REGIÓN SÓLO CUANDO SABÍAN QUE IBAN A PERDER MÁS DINERO. “Es como si trabajasen más duro para evitar pérdidas sin que les importe mucho las ganancias potenciales. Lo que nos dice este estudio es que EL PROCESO DE PLANEACCIÓN y ACCIÓN ES INFLUENCIADO POR LA IDEA SUBJETIVA, Y LA MAYORÍA DE LAS VECES INCORRECTA, DE QUÉ TAN BIEN NOS ESTÁ YENDO Y QUÉ PERDEREMOS O GANAREMOS. Estos resultados también sugieren que las áreas involucradas en PLANEAR y ACTUAR también tienen que ver con LA TOMA DE DECISIONES. Estos procesos toman en cuenta mecanismos cognoscitivos de alto orden al igual que nuestra percepción subjetiva cuando decidimos sobre acciones que vamos a tomar”.

Una de las cosas que el equipo continúa comprendiendo en el laboratorio es que LAS SEÑALES NEURONALES SON INAGOTABLES, poseen caminos muy variados y va a ser un laborioso trabajo realizar un interfaz que las lea y las traduzca en acción, pero no estamos muy lejos de perfeccionarlo.

domingo, 10 de abril de 2011

¿PUEDEN LOS BEBÉS APRENDER DOS IDIOMAS A LA VEZ?




Hasta los 8 años, los niños tienen una gran facilidad para aprender idiomas. Hasta esa edad, lo asimilan de forma intuitiva y apenas tienen que esforzarse. A pesar de que algunos padres son reacios a enseñarles desde pequeños por temor a que esto dificulte su aprendizaje, los niños crecen como si tuviesen dos seres monolingües arrojados en su cabeza, y viven el proceso con total naturalidad. El mejor método, cuando sea posible, es hablarles en casa en dos idiomas diferentes

 Aprender desde bebés

Gracias a los matrimonios formados por personas con diferentes lenguas maternas, se ha podido comprobar que los hijos de estas uniones incorporan espontáneamente ambos idiomas sin confundirlos. Mucho antes de saber hablar, los bebés son sensibles a las entonaciones propias de cada lengua. Es decir, que diferencian dos idiomas por el tipo de acento particular de cada uno.

Desde el momento en que nacen, los niños están genéticamente preparados para aprender a hablar más de un idioma. Su cerebro es sumamente permeable y está abierto al mundo para descubrir todo lo que le rodea. Su oído está muy desarrollado y prefiere escuchar palabras a cualquier otro sonido. Ya es capaz de discriminar entre tonos de diferente volumen y distinguir las palabras de los ruidos producidos por objetos naturales y artificiales. Además reconocen las voces. Su mundo está mediado por la palabra, que más adelante será su principal herramienta de comunicación e interacción.

El cerebro de los recién nacidos está listo para aprender un idioma. Los bebés nacen con millones de células en el cerebro que controlan el lenguaje. Estas células se conectan con otras al principio de la vida, formando "caminos." Cuando escuchan hablar a los adultos se fortalecen los "caminos" que tienen que ver con el lenguaje en el cerebro. Sin embargo, a los diez años estos caminos ya están bien desarrollados y a partir de ese momento cuesta más aprender otro idioma.

Los niños de hasta tres o cuatro años tienen la capacidad de crecer en varios idiomas sin mayores problemas. A partir del cuarto año, ya no pueden conjugar algunos verbos de un idioma nuevo de una forma tan rápida y tan correcta. Entre los ocho y los diez años concluye una de las fases principales del desarrollo humano… precisamente el momento en que los niños suelen empezar a aprender su primera lengua extranjera. A esa edad, ya no aprenden de forma intuitiva, sino que tienen que esforzarse de una forma similar a los adultos.

En 1997, el equipo de neurólogos del hospital Memorial Sloan Kettering, de Nueva York, comprobó que el cerebro de un niño es capaz de memorizar dos lenguajes en forma simultánea en una misma región de la corteza cerebral, utilizando un único grupo de neuronas, a diferencia de los adultos, quienes al adquirir un segundo idioma lo almacenan en un área distinta. En términos prácticos, esto significa que mientras más pequeños sean los niños, el aprendizaje de idiomas es natural y simple, ya que no hacen el proceso de traducir el pensamiento de un idioma a otro, como los adultos.

Recientes estudios han comprobado que los bebés que escuchan discursos en lengua extranjera durante sus primeros meses de vida hallan más fácil aprender idiomas en el colegio o una vez son adultos. Psicólogos de la Universidad de Bristol indicaron que el cerebro en desarrollo pasa por un periodo de "programación" en la infancia que establece para la vida del individuo su capacidad para reconocer sonidos clave en cualquiera que se convierta en su lengua nativa. Así, cuando un bebé nace, tiene la capacidad de distinguir cada tipo de discurso. Incluso si los padres son ingleses, el niño tiene la capacidad de distinguir sonidos vocales griegos y chinos. Un recién nacido es capaz de distinguir todos los sonidos, pero cerca de los seis meses selecciona sólo aquellos que son relevantes para su lenguaje.
 
¿Existen inconvenientes?

Los matrimonios entre personas que no hablan el mismo idioma cada vez son más comunes gracias a la globalización. Muchos padres hablan a su hijo en el lenguaje propio, pero otros acaban echándose atrás por miedo a que se desarrollen más despacio o sean menos competentes en sus dos idiomas que los niños monolingües en su única lengua materna.

Un temor infundado. Nuestro cerebro está preparado para aprender varias lenguas, por lo que desperdiciamos nuestra capacidad si no explotamos esta opción.

No es raro que algunos padres lleguen a dudar del éxito de su misión plurilingüe. Lo hacen si ven que sus hijos no se lanzan a hablar en la segunda lengua, cuando su evolución se estanca o si se niegan a hablar otro idioma porque no quieren llamar la atención en la guardería.

Como en cualquier aprendizaje, a lo largo del proceso se pueden producir una serie de alteraciones en el lenguaje, similares en monolingües y bilingües, ya que los niños monolingües de 18 meses tienen un vocabulario de unas 50 palabras, igual que los plurilingües, pero repartidas entre sus distintos idiomas. Es posible que no puedan expresarse tan bien en un idioma si se los compara con otros niños de su edad. Pero esto no debe preocupar a sus padres, ya que recuperarán la diferencia a medida que profundicen en el conocimiento de ambos idiomas.

A juicio de la doctora Laura-Ann Petitto, directora de la investigación sobre la educación bilingüe en la Sociedad Americana de Neurociencia, cuando los niños son expuestos desde muy temprano a dos lenguas diferentes, “crecen como si tuviesen dos seres monolingües alojados dentro de su cerebro”. Petitto explica que, a diferencia de los que se podía temer, “no se produce ningún tipo de contaminación lingüística ni retraso en el aprendizaje”. Contrariamente a lo que aseguran algunos expertos, defensores de retrasar la exposición a la segunda lengua hasta que el niño no tenga un firme entendimiento de una lengua primaria, Petitto y su equipo defienden el bilingüismo precoz.

Además, el bilingüismo tiene muchas ventajas: estos niños tienen una mayor capacidad de atención, pueden distinguir mejor lo importante de lo trivial, se concentran mejor, su cerebro crece a medida que se producen nuevas conexiones neuronales… En resumen, favorece su desarrollo intelectual, memoria y concentración, potenciando sus capacidades a todo tipo de aprendizaje.

 Recomendaciones

El método más seguro para conseguir un niño bilingüe es que uno de sus padres le hable en otro idioma desde que nace. Lo que recomiendan los logopedas es que si el padre es francés, siempre utilice ese idioma con sus hijos, y aunque éstos quieran hablarle en castellano, él se mantenga firme en su lengua nativa. Distinta es la situación si el padre no tiene otra lengua materna, sino simplemente domina otro idioma. En este caso, probablemente le ayudará al conocimiento del idioma, pero no logrará desarrollar un bilingüismo propiamente, porque la pronunciación no será exacta ni la conversación fluida y constante.

Esta fórmula, si es reforzada por el colegio, una cuidadora o una academia, permite de una forma precoz y casi sin esfuerzo el dominio completo de la lengua por parte del niño. Claro que exige un esfuerzo por los padres al principio, ya que no deben ceder si el pequeño intenta comunicarse en un solo idioma.

Los colegios bilingües (que cada año aumentan de número, tanto privados como públicos), son la mejor opción para aquellos padres que no saben otra lengua. Pero si no hay posibilidad de mandarle a un colegio así, las academias o profesores nativos son también una estupenda elección. En la actualidad, existen academias de idiomas para bebés, en las que se aprende mediante juegos.

Además, cualquier actividad que se realice en el otro idioma que se quiere enseñar, ayudará a reforzar lo aprendido. Canciones, cuentos, juegos, películas… todo es válido para practicar una lengua.

Pero recuerda siempre que no debes presionar ni atosigar a tu hijo para que hable otro idioma y nos demuestre lo que sabe. Y si tu niño presenta alguna dificultad en el habla como inmadurez articulatoria, retraso del lenguaje, dislalia… no es recomendable que se inicie en otro idioma.

domingo, 3 de abril de 2011

OCHO VERSOS PARA ADIESTRAR LA MENTE


 Un poema budista lleno de claves para algo tan importante que no se sabe aprovechar


El Libro "ADIESTRAR LA MENTE" de el Dalai Lama contiene sus comentarios sobre los Ocho Versos Para Adiestrar la Mente de Langri Tangpa Dalai.

1. Pensar en que todos los seres sienten, son pensamientos aún más valiosos que la joya que colma todos los deseos, con el fin de alcanzar el supremo propósito, pueda yo siempre considerarles preciosos.

2. Dondequiera que vaya, con quienquiera que esté, pueda yo sentirme inferior a los demás y, desde lo más hondo de mi corazón, considerarles a todos sumamente preciosos.

3. Que sea yo capaz de examinar mi mente en todas las acciones, y en el momento en que aparezca un estado negativo, ya que nos pone en peligro a mí mismo y a los demás, pueda yo hacerle frente y apartarlo.

4. Cuando vea a seres de disposición negativa o a los que están oprimidos por la negatividad o el dolor, pueda yo considerarlos tan preciosos como un tesoro hallado, pues son difíciles de encontrar.

5. Cuando otros, impulsados por los celos, me injurian y tratan de otros modos injustos, pueda yo aceptar la derrota sobre mí, y ofrecer la victoria a los demás.



6. Cuando una persona a quien he ayudado, o en quien he depositado todas mis esperanzas me daña muy injustamente, pueda yo verla como a un amigo sagrado.

7. En resumen, que pueda yo ofrecer, directa e indirectamente, toda alegría y beneficio a todos los seres, mis madres, y que sea capaz de tomar secretamente sobre mí todo su dolor y sufrimiento.

8. Que no se vean mancillados por los conceptos de los ocho intereses mundanos y, conscientes de que todas las cosas son ilusorias, que puedan ellos, sin aferramiento, verse libres de las ataduras.